Poseedor de una voz madura, vibrante y profunda, nos viene a provocar con una propuesta de alto vuelo: una prosa poética de un ritmo narcotizante y voluptuoso que nos deleita con la misma macabra fascinación que lo haría un filme de suspenso de connotaciones deliciosamente eróticas. “Urbanismo trascendente”, así se le podría catalogar a ese singular estilo suyo, que impacta con la fuerza del más devastador huracán dejando secuelas inesperadamente agradables…Su temática golpea cruel, brutal, irrefrenable… para luego sorprenderte con los besos más delicados de una posible (sólo posible) piedad. Portando como arma su lenguaje -una auténtica elevación del urbanismo, con referencias vividas, padecidas, disfrutadas en un largo recorrido por la educación lectoescritural-, Bratini definitivamente seduce. Su poesía es un ataque a los sentidos de un tono despiadadamente intenso, rebelde, inevitable y siempre asombroso. Todos los malditos convergen allí en complicidad con los clásicos, los curas, los desarrapados, las prostitutas, los más finos aristócratas y el pan de cada día.
R. Benjamin
Poemas
Por las calles de la ciudad la noche va recolectando lágrimas, camina sorda y muda chocando hombros con los transeúntes. Desea que todo el mundo se muera. No le gusta el fondo y mucho menos la forma, pues sabe que este mundo es un eructo, una mala digestión en el vientre de Europa. Conoce todo aquello que se ha hecho tras la sombra de la puerta, sabe de todos los abortos de la patria que se pudren debajo de la mesa; también sabe de aquello que nosotros creemos saber.
Ella no presume de sus uñas, ni tampoco de su pelo; sólo se inyecta las horas que circulan en las corneas de los huérfanos mientras que en sus ojos nace un ardor que se trepa por los obeliscos a rugir la mala hora...
Cada vez las luces y los autos pasan más rápido como un caudal narcótico; pronto ya las calles están unas sobre otras parpadeando en una difusa orgía de imágenes. Ante tal adversidad la noche ha lustrado sus puñales, sabe del peligro que germina en los intestinos del hambre. Sospecha del poeta y del barbero, pero no es suficiente, mejor es no creer en nadie, la traición anda de gris y otros colores patrullando las calles -¡peligro, el caos, el desenfreno! ¡peligro! ¡¡¡Boon!!! Se acaba el mundo...
José Ángel Bratini